Arrugas, flacidez y pérdida de firmeza no son solo signos estéticos: la piel es una ventana al envejecimiento global del organismo. Un nuevo estudio sugiere que medir su elasticidad podría ayudar a predecir el estado de salud. Artículo publicado en la revista Alimente el 08/09/2025.
Alrededor del envejecimiento, antes que la salud probablemente estaba la preocupación por la estética. Al menos hasta hace pocos años, cuando la medicina para la longevidad saludable comenzó a desarrollarse y a ser conocida por el público.
Al fin y al cabo, son los signos externos lo primero que percibimos. Especialmente, el impacto sobre la piel o el cabello. Sin embargo, la ciencia comienza ahora a demostrar que las marcas visibles del tiempo van más allá de lo superficial.
Según una investigación publicada en Aging Cell, las propiedades biomecánicas de la piel (su capacidad para estirarse y recuperarse) están estrechamente vinculadas con el estado de salud general y con los procesos biológicos del envejecimiento, «Associations of Skin Biomechanical Properties With Biological Aging Clocks and Longitudinal Changes in Intrinsic Capacity in Adults Aged 20-93: The INSPIRE-T Project«, PubLMed, Octubre 2025.
¿Qué es la capacidad intrínseca?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) utiliza el concepto de capacidad intrínseca para describir el conjunto de facultades físicas y mentales que permiten a una persona desenvolverse en la vida diaria. Este concepto incluye cinco áreas: memoria y funciones cognitivas, movilidad, estado psicológico, vitalidad y fuerza, visión y audición.
El deterioro de la capacidad intrínseca suele adelantarse a la aparición de discapacidades, lo que lo convierte en un marcador clave para detectar y prevenir problemas antes de que se agraven.
El estudio INSPIRE-T: el vínculo entre la piel y la edad biológica
El proyecto europeo INSPIRE-T, sigue desde el año 2019 a más de mil adultos de entre 20 y 93 años con el objetivo de evaluar biomarcadores del envejecimiento, enfermedades asociadas a la edad, y su relación con la capacidad intrínseca. Para el análisis recién publicado, se tomaron datos de 441 voluntarios a quienes se evaluó la elasticidad y viscoelasticidad de la piel con un dispositivo no invasivo llamado cutómetro que aplica una ligera succión sobre el brazo y mide cómo la piel se deforma y recupera.
Durante tres años también se analizó la evolución de la capacidad intrínseca de los participantes y se compararon los datos con relojes biológicos, «Epigenética, los relojes de la vida«, Gente Sana, marzo 2021, basados en la epigenética y la inflamación crónica, dos de los procesos más vinculados al envejecimiento (para nuestros lectores más avanzados, fueron los siguientes: Horvath pan-tissue, Horvath skin & blood, Hannum, PhenoAge, GrimAge, DunedinPACE y el inflammatory clock-iAge).
Lo que revela la piel: principales hallazgos
Los resultados del trabajo son reveladores:
- A menor elasticidad cutánea, peor salud global: quienes tenían la piel menos firme mostraban también un menor rendimiento cognitivo, físico o sensorial. Y marcadores acelerados en los relojes GrimAge, PhenoAge y DunedinPACE.
- La piel lenta en recuperarse anticipa problemas: un exceso de viscoelasticidad (piel que se deforma, pero tarda en volver a su forma original) predijo un deterioro funcional más rápido, sobre todo en hombres mayores.
- Inflamación y piel van de la mano: los voluntarios con mayor “edad inflamatoria” presentaban peor elasticidad cutánea. La inflamación crónica afecta tanto al estado de la piel como a la capacidad intrínseca.
- La piel refleja el envejecimiento del cuerpo entero: los autores concluyen que los cambios cutáneos son un espejo de procesos que también afectan a otros órganos.
Al fin y al cabo, la piel es el mayor órgano del cuerpo. No es de extrañar que un mal estado de salud general pueda afectarla, si bien también hay otras agresiones ambientales, especialmente la exposición solar, que pueden acelerar su deterioro.
Inflamación crónica: el asesino silencioso
Uno de los hallazgos más llamativos fue la relación con la inflamación crónica asociada a la edad, conocida como inflammaging, Inflammaging, «¿Es siempre la inflamación un factor clave para el envejecimiento?«, Gente Sana, octubre 2025. Este fenómeno, vinculado al sistema inmune, está detrás de muchas enfermedades ligadas al envejecimiento, desde el alzhéimer hasta la diabetes.
La investigación sugiere que la pérdida de firmeza en la piel puede ser tanto consecuencia como reflejo de esa inflamación sistémica, lo que refuerza la idea de que la piel es un sensor de lo que ocurre en el interior. Sabemos que factores incluidos como Hallmarks of Aging, «De la gerociencia a la geromedicina: ¿Estamos preparados?«, Gente Sana, junio 2025, como el estrés oxidativo y la senescencia celular, afectan de forma clara a la salud cutánea, y a su vez están vinculados con la inflamación crónica.
¿Cuál es la relevancia de este descubrimiento?
El gran potencial de este hallazgo está en su aplicabilidad clínica. Si bien, la utilización del cutómetro para medir la elasticidad y la viscoelasticidad de la piel como marcador de envejecimiento cutáneo es algo que llevamos haciendo más de 15 años, hasta ahora no se había visto de una manera tan clara su correlación con otros relojes biológicos de envejecimiento general complejos y costosos y el deterioro de las capacidades intrínsecas. La piel puede cumplir esa función mediante una prueba sencilla y no invasiva, abriendo nuevas vías en medicina preventiva, tales como identificar a las personas con mayor riesgo de deterioro, evaluar tratamientos o cambios de estilo de vida, o diseñar programas personalizados de envejecimiento saludable.
En palabras de los investigadores, la piel podría convertirse en una “ventana al envejecimiento global”.
Los autores advierten que aún hay preguntas abiertas. El estudio encontró diferencias por género. En las mujeres, la elasticidad cutánea estaba ligada a la capacidad intrínseca en distintos dominios, mientras que en los hombres el factor determinante fue la viscoelasticidad. En los varones mayores, un exceso en este parámetro se asoció con un declive más rápido.
El estudio se centró en la piel de una sola zona del cuerpo y no evaluó aspectos como la hidratación. Además, en jóvenes se invierte la relación entre parámetros cutáneos y capacidad intrínseca. Para consolidar estos hallazgos se necesitan más investigaciones, especialmente que integren análisis moleculares de la piel y comparen áreas expuestas y no expuestas al sol.
El estudio deja un mensaje muy cercano: nuestra piel no es solo una cuestión estética, es un reflejo de la salud global. Los buenos hábitos de vida no solo pueden protegernos por dentro, sino también por fuera. Si a eso unimos una buena protección frente a los rayos UV, estaremos manteniendo sano no solo el mayor órgano de nuestro cuerpo, sino también el que habla de nuestra salud al exterior. Salud y estética, van de la mano.
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