El concepto de Inflammaging o inflamación asociada al envejecimiento es, en la actualidad, ampliamente aceptado. Los datos que tenemos hasta la fecha así lo afirman. Un nuevo estudio que compara poblaciones tradicionales con individuos occidentales pone este hecho en duda. Artículo publicado en la revista Alimente el 09/08/2025.
La idea de que nuestro cuerpo se inflama con la edad recibe el nombre de inflammaging: un proceso crónico de inflamación de bajo grado que se incrementa con los años y que está relacionado con enfermedades como la diabetes, la enfermedad cardiovascular, el cáncer o el Alzheimer. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en Nature Aging arroja ciertas dudas: ¿y si este proceso no es realmente universal?
Investigadores de diversas universidades internacionales analizaron datos de cuatro poblaciones: dos de países industrializados (Italia y Singapur) y dos de comunidades indígenas (en Bolivia y Malasia) y descubrieron que el inflammaging no se presenta de la misma forma ni tiene las mismas consecuencias en todas las personas. De hecho, en algunas comunidades no aparece en absoluto.
¿Qué es el inflammaging?
La inflamación crónica es una de las marcas del envejecimiento definidas por Carlos Lopez-Otín, e incorporadas en la versión revisada de los 9 factores originales a los 12 actuales en el año 2023, «Hallmarks of aging: An expanding universe«, ScienceDirect, enero 2023.
De hecho, algunos autores han señalado que existe una relación bidireccional entre inflamación crónica y el resto de factores del envejecimiento, que hace que este elemento sea clave, «Chronic inflammation and the hallmarks of aging«, PubLmed, junio 2023.
La medición y definición del inflammaging es aún objeto de discusión, pero principalmente se centra en la detección de ciertas citoquinas (sustancias producidas por el organismo y que participan en la regulación del proceso inflamatorio). En el caso del nuevo estudio, se midieron 19 de éstas.
Cuatro poblaciones, un mismo objetivo
El equipo de investigación trabajó con datos de más de 2.800 personas procedentes de cuatro cohortes:
- InCHIANTI (Italia): adultos mayores en una zona rural de la Toscana.
- SLAS (Singapur): adultos urbanos de una ciudad-estado industrializada.
- THLHP (Bolivia): la población indígena Tsimané del Amazonas, con un estilo de vida tradicional y alta exposición a infecciones.
- OA HeLP (Malasia): el pueblo indígena Orang Asli, en diferentes grados de transición entre estilos de vida tradicionales y modernos.
Los investigadores midieron la mencionada batería de 19 citoquinas y observaron cómo se agrupaban en cada población para posteriormente analizar si se relacionaban con la edad o con la presencia de enfermedades crónicas.
En las dos poblaciones industrializadas (Italia y Singapur) el patrón de inflammaging sí aparecía claramente y no era muy diferente entre sí. Los niveles de citoquinas como IL-6, TNF y CRP aumentaban con la edad y estaban ligados a un mayor riesgo de enfermedades crónicas. Sin embargo, en las comunidades indígenas los resultados fueron muy diferentes.
Bolivia: alta inflamación, pero sin enfermedades crónicas
En la población Tsimané, aunque los niveles de inflamación eran altos —probablemente por su constante exposición a infecciones— no se observó un patrón claro de aumento de la inflamación crónica con la edad. Tampoco hubo correlación entre los niveles de citoquinas y la presencia de enfermedades como hipertensión, diabetes o insuficiencia renal. Es decir, sí hay inflamación aguda, pero no inflammaging.
Malasia: transición en curso, inflamación sin patrón claro
En los Orang Asli, el panorama era intermedio. Algunos presentaban marcadores inflamatorios elevados, pero sin una relación clara con la edad ni con enfermedades específicas. Esto puede deberse a que algunos mantienen estilos de vida tradicionales mientras otros ya adoptan hábitos urbanos, como el sedentarismo o el consumo de productos ultraprocesados. Son una población en transición epidemiológica.
¿Cambio de paradigma o confirmación?
La principal conclusión del estudio es que el inflammaging no es un proceso biológico universal. Su aparición y consecuencias dependen, en gran medida, del entorno, el estilo de vida, la dieta y la exposición a infecciones. En contextos industriales, donde predominan las dietas poco adecuadas, el sedentarismo y el estrés crónico, la inflamación parece desencadenar problemas de salud. Pero en comunidades expuestas a infecciones desde la infancia, como los Tsimané, el sistema inmunológico podría haberse adaptado de forma distinta.
los autores destacan que el hecho de tener citoquinas inflamatorias elevadas no implica necesariamente enfermedad. Estas moléculas cumplen funciones importantes en la defensa contra patógenos y en la regulación de procesos fisiológicos normales. Es posible que lo patológico no sea su presencia, sino su desregulación en contextos inadecuados. La inmunosenescencia o envejecimiento prematuro del sistema inmunológico en el entorno occidental también puede jugar un papel, dada la desregulación que lo acompaña.
Por otro lado es necesario tener en cuenta la exposición a infecciones por microorganismos y parásitos presente en poblaciones tradicionales. De hecho, los Tsimané, considerados como una de las poblaciones con mejor salud cardiovascular del mundo, presentaron niveles elevados de marcadores como la proteína C reactiva, «Coronary atherosclerosis in indigenous South American Tsimane: a cross-sectional cohort study«, The Lancet, 2017, lo cual fue considerado una contradicción, dada la asociación de este marcador con la enfermedad crónica en entornos occidentales.
En el nuevo estudio se encontró que de los Tsimané, aproximadamente el 66% tenía una infección parasitaria intestinal; el 30-40% de los adultos una infección gastrointestinal, el 20-30% una infección respiratoria, el 25% leucocitosis y el 86% eosinofilia.
Como suele suceder con los estudios en poblaciones tradicionales el aprendizaje es que si tomamos como referencia poblaciones occidentales, puede que no estemos adoptando el mejor patrón al que aspirar. Como decía Staffan Lindeberg “¿quien quiere ser normal?” «¿Quién quiere ser normal? valores óptimos de los biomarcadores de salud y longevidad«, Gente Sana, 2021.
La salud es muy compleja y muy numerosos los factores que pueden marcar la diferencia a igualdad de un mismo marcador. Todavía hay paradojas por resolver, como por qué algunos individuos con niveles altos de colesterol de forma crónica no sufren de un evento cardiovascular, mientras que otros con niveles bajos y en control, sí que los padecen. El reciente estudio liderado por el CNIC ha encontrado la implicación de la microbiota intestinal y un tipo de metabolito bacteriano de forma muy directa, «Imidazole propionate is a driver and therapeutic target in atherosclerosis«, Nature, july 2025, lo que podría explicar en parte esta paradoja.
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