La ciencia que estudia el envejecimiento o gerociencia ha avanzado enormemente en la última década gracias al descubrimiento de nuevos marcadores y a herramientas como los relojes biológicos. En un nuevo artículo que es todo un posicionamiento, Carlos López-Otín, junto con un prestigioso elenco de coautores, nos invita a reflexionar sobre el paso a la geromedicina de precisión. ¿Estamos preparados para ello?. Artículo publicado en la revista Alimente el 14/06/2025.
Vivimos sin duda un momento apasionante en todo lo relacionado con la ciencia del envejecimiento o gerociencia. Los avances en la biología molecular, especialmente en la última década, han acelerado nuestro conocimiento sobre los mecanismos que relacionan nuestra edad con el desarrollo de enfermedades, y su impacto en la calidad de vida y la longevidad.
La gerociencia parte de la base de que el envejecimiento es el principal factor de riesgo de enfermedades como la diabetes, cardiovasculares, cáncer o neurodegenerativas entre otras. Y tiene como objetivo conseguir desarrollar intervenciones que puedan mejorar la calidad de vida y la longevidad en salud.
Carlos Lopez-Otín, uno de los investigadores más relevantes de nuestro país y también de la gerociencia a nivel mundial, plantea interrogantes en un artículo publicado en la revista Cell. ¿Estamos listos para el paso de la gerociencia a la geromedicina de precisión para tratar el envejecimiento?, «From geroscience to precision geromedicine: Understanding and managing aging«, Cell, abril 2025.
De la gerociencia a la geromedicina de precisión
Si la gerociencia intenta comprender las bases del envejecimiento, la geromedicina se define como una nueva especialidad médica cuyo objetivo es optimizar la salud y prevenir enfermedades a través del tratamiento del envejecimiento como su causa. Este enfoque choca con un escollo, y es que el envejecimiento no está todavía considerado como una enfermedad por parte de agencias como la FDA americana o la Agencia Médica Europea (EMA) lo que dificulta la autorización de ensayos clínicos controlados que sigan este enfoque.
Por otro lado, la propia Organización Mundial de la Salud en su revisión del ICD-11 incluyó en la categoría de enfermedad al “deterioro de la capacidad intrínseca asociado a la edad” entendiendo la capacidad intrínseca como el conjunto de las capacidades físicas y mentales que un individuo posee en un momento determinado, «¿Es el envejecimiento una enfermedad?«, Gente Sana, marzo 2022. La geromedicina, por tanto, tendría como objetivo el mantenimiento, mejora y recuperación de dicha capacidad intrínseca. Al fin y al cabo, qué es el envejecimiento sino un declive de la capacidad intrínseca…
Y de las marcas del envejecimiento a la terapia curativa
El año 2013 marcó un hito en la gerociencia, con la publicación del artículo “Las marcas del envejecimiento” (The hallmarks of aging) por parte del propio Lopez-Otín, «Año nuevo, salud nueva«, Gente Sana, enero 2021. En este trabajo se definieron varios mecanismos moleculares que caracterizan al envejecimiento. Los autores actualizaron estas marcas en el año 2023, pasando de las nueve originales a docem, «Hallmarks of aging: An expanding universe«, NIH, enero 2023. Por cierto, ya están emergiendo un par de nuevas marcas, el deterioro de la matriz extracelular y el aislamiento social, aunque este último no parece una marca molecular.
Alrededor de esta “rueda” de las marcas del envejecimiento, Otín nos hace algunas aclaraciones. En primer lugar, señala que todos estos mecanismos están interrelacionados, los unos con los otros y que conceptualmente son diferentes vías de entrada para modificar la edad biológica. En ocasiones se han tratado como compartimentos estancos, algo que no se ajusta a la realidad. El actuar sobre una de estas marcas, puede tener efectos contrarios a lo pretendido en otra u otras marcas.
El autor también nos advierte de las dificultades para medir estas marcas de forma precisa o bien utilizarlas como biomarcadores. Un ejemplo es la longitud de los telómeros: existe una alta variabilidad entre individuos de la misma edad, y su acortamiento asociado al envejecimiento no predice la pérdida de capacidad funcional. Otro ejemplo es la senescencia celular que precisa de la medición de múltiples biomarcadores, debido a sus diferencias en función del tipo de célula o tejido. En resumen: no tenemos métodos estandarizados de medición que sean reproducibles, en la práctica clínica.
Gerogenes y gerosupresores
Al igual que enfermedades como el cáncer pueden ser facilitadas por la activación o inactivación de ciertos genes, el envejecimiento podría ser atribuido a la activación de gerogenes y la inactivación de genes gerosupresores.
Este es un cambio de paradigma tiene la ventaja de ser medible con las técnicas actuales de genómica, ser independiente de la vía celular, y poder ser definido por la asociación entre genotipo y fenotipo. Lo que López Otín denomina “geromedicina de precisión” trataría a los individuos en función de sus características moleculares. Un ejemplo de gerogen sería la variante APOE4 que como sabemos, se asocia a un riesgo más elevado de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.
En la actualidad están en marcha ensayos clínicos con fármacos que actúan bien en gerogenes o gerosupresores, para el tratamiento de diferentes enfermedades. Para el reconocimiento de estos fármacos como geroterapéuticos sin embargo, seguimos teniendo la barrera de que las agencias competentes no consideran el envejecimiento como enfermedad a tratar.
¿El todo por la parte o la parte por el todo?
Otro aspecto a debate en el enfoque de la medicina antienvejecimiento es si la presencia de una enfermedad relacionada con el envejecimiento (por ejemplo, Alzheimer) se relaciona con el envejecimiento general del organismo o bien de un órgano o sistema de forma específica.
A favor de que refleja el envejecimiento general tenemos hechos como que muchas de estas enfermedades suelen ser factor de riesgo para otras (como la diabetes para la enfermedad cardiovascular) o también la relación de una mayor edad biológica con un peor estado metabólico y el desarrollo de distintas enfermedades.
Por el contrario, y volviendo al concepto de gerogenes, tenemos variantes genéticas que se asocian al desarrollo de enfermedades que afectan de forma particular a un órgano o tejido, y no al envejecimiento sistémico.
Todo esto de nuevo, muestra la complejidad de evaluar el envejecimiento del cuerpo humano como un sistema donde pueden existir diferentes trayectorias en función del tipo de célula, tejido, órgano o sistema. El uso de marcadores aislados va a ser de utilidad limitada, por lo que los autores aconsejan el uso de relojes biológicos multiómicos (epigenómica, transcriptómica, proteómica, metabolómica) para estimar con precisión la edad biológica y detectar desviaciones patológicas en el proceso de envejecimiento.
El futuro de la geromedicina.
La geromedicina contempla como paciente no solo a la persona de edad adulta o avanzada que ya presenta síntomas manifiestos de la enfermedad. Su enfoque es, a la inversa, mantener el estado óptimo de salud detectando de forma precoz cualquier desviación y tratándola de forma temprana en individuos de menor edad, de forma preclínica. Algo de lo que llevamos hablando años en este espacio de divulgación, «Medicina Preventiva Antiaging en el Paradigma Sanitario del Siglo XXI«, Gente Sana, abril 2019.
Tiene en cuenta un enfoque de biología de sistemas que incluye la medición de parámetros biológicos, clínicos, psicosociales (el aislamiento social es un factor determinante de la calidad de vida a edades avanzadas) y ambientales, para con ello poder predecir la trayectoria de salud, el riesgo de enfermedad y valorar el uso de geroterapeúticos.
En la actualidad ya se aplica este enfoque desde diferentes especialidades médicas. Un ejemplo es la detección de factores de riesgo como mutaciones en el gen BRCA en el caso de antecedentes familiares de cáncer de mama. La geromedicina de precisión va más allá al ampliar el alcance de estas intervenciones.
Una llamada al orden.
Para finalizar, me gustaría señalar que lo que transmite este artículo de Lopez-Otín es una llamada al orden al sector de la ciencia y la medicina antienvejecimiento.
Todos los avances científicos en estos últimos años han despertado un gran interés más allá de los círculos académicos, con la creación de centros de investigación, la financiación pública o privada y las inversiones en compañías biotecnológicas con el objetivo de desarrollar soluciones antienvejecimiento, «Sanos y en forma a los 85 años, ¿lo lograremos?«, Gente Sana, noviembre 2021. Ello unido a la apertura de clínicas antienvejecimiento que en ocasiones no se rigen por protocolos sólidos, con personal cualificado y actualizado en la materia y con terapias autorizadas y con todas las garantías.
El envejecimiento de la población es uno de los mayores retos a los que se enfrenta España, y el mundo en su conjunto. Según el INE, en 2050 más del 30% de los españoles tendrá más de 65 años. Este cambio demográfico exige reformas profundas.
La geromedicina de precisión podría convertirse en una herramienta clave para afrontar este reto. Si se implementan modelos de evaluación precoz del envejecimiento y se desarrollan terapias personalizadas, no solo se podría mejorar la calidad de vida de los mayores, sino también reducir la carga económica asociada a las enfermedades crónicas. «Medicina Antienvejecimiento: ¿buena para la economía?«, Gente Sana, agosto 2021.
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